Blogia

Don Washington Cataldi, Rey de Copas

 

Washington Cataldi  por Franklin Morales - Revista Tres - Montevideo 7 de junio de 1996.

Los clubes de fútbol, como cualquier otro club, son seres vivos a quienes mueven las mismas cosas que a las personas. Los estremecen sentimientos y ambiciones, los guían inteligencias y esperanzas, los paralizan miedos e incertidumbres, los sostienen recuerdos y nostalgias, sufren y ríen.

Y los empuja una necesidad -más fuerte que el hambre y el sueño humanos- de hallar un día su propio profeta, seres casi extinguidos en la cancha y más raros aun entre los dirigentes.

Peñarol, que conoce de redentores en la cancha, halló a su iluminado conductor en la lista 1 de las elecciones del 18 de enero de 1958, detrás de Gastón Guelfi y Fernando Perrabere.

Cerca de 40 años Washington Cataldi y la entidad serían de tal modo uno para el otro, que el mejor Peñarol en el recuerdo de sus hinchas, el equipo que hacía "pata ancha" en cualquier cancha del mundo, sería a imagen y semejanza de Cataldi o no sería.

Había gozado del privilegio de que sus estados de ánimo los moldeara el fino estilo de José Piendibene, el santo furor de Gestido, el sacerdocio futbolístico de Obdulio Varela, la maestría del "Pepe" Schiaffino, la implacable ferocidad goleadora de Severino, Míguez, Ghiggia, Hobberg, Abbadie, Rocha, Spencer, Morena...

Pero no conocía el privilegio de que un dirigente fuera la institución misma, su ideólogo, gobierno y símbolo casi heráldico. En una simbiosis inédita y, quizás, irrepetible.

Cataldi gozó de una mágica aureola donde cabían todos los poderes, todos, hasta la potestad de que el sol saliera a las 20 si, en agosto, Peñarol necesitaba una noche templada para ganar en la cancha de taba que, en tiempos idos, fuera la Copa.

Caudillo, más que un líder por la devoción con que le siguió el hincha, a ningún dirigente se le otorgó tanto poder. Ni al legendario Julio María Sosa, primer presidente honorario, quien en los años 20 presidiera el club y simultáneamente, al Consejo Nacional de Administración en el Ejecutivo colegiado de entonces. Cuando Cataldi se alejó, había forjado un Peñarol como nunca fuerte, orgulloso y seguro de sí cuya vigencia es palpable.

Creó una cultura de gobierno que persiste, aun por ausencia. Extraordinarios dones de inteligencia clarividente e imaginación creadora le permitieron clausurar épocas del fútbol del país, del continente y del mundo y trazar los días que transitamos.

Como ser clave en mil instancias de las que entresaco -apenas- dos: la elección de Joao Havelange en FIFA y la Copa de Oro. Un torneo entre Campeones Mundiales que se repetirá en el 2030, medio siglo que mide una excepcionalidad que no valoramos.

No dejó sucesores, no es posible transferir el misterioso son que a los más nos hace pastores, y a los elegidos profetas.-

Bienvenidos al blog dedicado a Don Washington Cataldi una de las personalidades mas exquisitas del deporte. Reconocido no solo en lo local, sino que tambien en lo internacional. Su voluntad, inteligencia, su picardia lo llevaron a descollar en la esferas mas imporatntes del futbol mundial.

Figura principal, durante cuarto de siglo, de su amado y glorioso Club Atletico Peñarol, que en una primera epoca junto al Cr. Gaston Guelfi, fue un soldado, irremplazable, de batallas monumentales que quedan en la historia como cuentos tipicos del mas ingenioso de los guionistas. Durante los años 60, esta genial dupla (Guelfi-Cataldi) escribio las paginas mas exitosas, no solo del club sino que tambien del futbol uruguayo, logrando dos Copas Intercontinentales (1961, 1966) tres Libertadores de America (1960, 1961, 1966) nueve campeonatos uruguayos (1958, 1959, 1960, 1961, 1962, 1964, 1965, 1967, 1968) dentro de los cuales se encuentra el primero de dos Quinquenios de Oro (1958, 1959, 1960, 1961, 1962).

Con la desaparicion fisica de Gaston Guelfi, en 1973. Washington Cataldi toma la posta en la presidencia del club, cargo que ocupara durante los siguientes once años con actuacion sobresaliente. Epoca donde la institucion se hace de numerosos titulos siguiendo la tendencia del pasado inmediato. logros como por ejemplo nueve campeonatos uruguayos (1973, 1974, 1975, 1978, 1979, 1981, 1982) la Copa del Atlántico (1973) la Copa Transportes Aéreos Portugueses (1974) bi campeon de la Teresa Herrera y del Torneo Costa del Sol (1974, 1975) campeon de la Copa Simón Bolivar en Caracas (1983) del Torneo Colombes (1984) campeon de la Copa Libertadores de America y Campeon del mundo. siendo esta, la ultima vez que se lograra un titulo de tal importancia para la institucion, (1982). Luego en 1990 decide tomar nuevamente la dirigencia del club por un periodo, en el cual Peñarol cumple sus primeros 100 años. Para 1992 se despide, asi como los sabios, definitivamente de la dirigencia del club.

Su "vocacion de servicio" tal como lo decia el, lo llevo tambien a una carrera politica desde sus primeros años. siendo parlamentario por el Partido Colorado (1966 y 1985) donde se destaco como presidente de la comision de presupuesto en varias oportunidades. tambien ocupo el cargo de subsecretario en la cartera de industra y comercio que encabezaba el Dr. Julio Maria Sanguinetti.

Washington Cataldi tambien en la politica, como en el futbol, es el responzable de anecdotas que seguiran adornando reuninones y generando simpatias por muchos años mas. por ejemplo aquella en la cual se dice que llegaba al parlamento con cajas de bombones y se sentaba a discutir, mano a mano, con los demas diputados mientras disfrutaban de un dulce.

Querido, casi hasta la idolatria, por sus amigos, respetado por sus no tan amigos, siendo un orgullo para su familia, uno a veces se exalta preguntandose si es posible volver a ver un personaje de este calibre, pero de inmediato vuelve la calma, entendiendo que ni siquiera el mas optimistas de los optimistas tendria una respuesta.

La desicion de crear esta pagina surge por la intencion de darle a los amigos, seguidores y curiosos, material para disfrutar de la vida y obra de Washington Cataldi. esperamos que les sea de su agrado. sin mucho mas para introducir solo me queda por agregar...

Viva   Peñarol!!

Viva el Partido Colorado!!

VIVA DON WASHINGTON

 CATALDI!!!!

Palabras de J.M. Sanguinetti

Palabras de J.M. Sanguinetti

                                                                                                                                                  

El martes 2 se cumplieron 10 años del fallecimiento de Washington Cataldi, diputado batllista y relevante dirigente deportivo. Con ese motivo se le tributó un homenaje junto a su sepultura y, en la hora previa de la sesión ordinaria de la Cámara Alta, el expresidente y senador Julio María Sanguinetti se refirió a su figura y trayectoria en los siguientes términos:

Se cumple hoy una década del fallecimiento de una figura muy relevante en la vida del país de los últimos años: el señor Washington Cataldi, político, empresario, dirigente de fútbol de formidable impronta. Tuvo en la vida de este país una gran presencia popular; pero mucho más allá de ello, fue un realizador de sorprendente calibre.  Tuve el privilegio de su amistad y, por lo tanto, todas mis palabras están teñidas, no sólo por el afecto, sino también por la admiración que le supe tener a lo largo de tantos años, en lo personal, por su estilo llano, inteligente, chispeante, que le hacía transitar en todos los ambientes de la vida social con el mismo lucimiento.

En lo que tiene que ver con sus características personales, siempre lo recuerdo en su célebre carpintería, llenando gigantescas planillas de obras que presupuestaba hasta el milímetro, sobre todo en los años en que trabajaba para la empresa Pintos Risso, principal constructora de nuestro país en ese entonces. Tenía una inverosímil capacidad para los números —para la aritmética, para las matemáticas—, que sustituía a cualquier máquina.

Fue un legislador formidable, de características singulares, a quien los viejos legisladores recuerdan por su labor, particularmente en las Comisiones de Presupuesto. Tenía amigos en todas las bancadas; siempre encontraba las fórmulas conciliadoras. Sacaba su lapicito y empezaba a convencer a los Ministros de Economía de “una comita más para aquí” o “una comita más para allá” —expresiones usuales en él—, tratando de ir enhebrando votos, juntando voluntades y conciliando gente.

No era el parlamentario de la polémica; era el diputado de los resultados, un legislador con esa característica peculiar cuya inteligencia e imaginación siempre le permitían hallar la fórmula providencial.

Cuando fui Ministro de Industria, de 1969 a 1971, colaboró conmigo como Subsecretario. Fue para mí una decisión más que acertada; fue un goce trabajar con alguien de esa creatividad. Desde ya que tema que le encargaba, me olvidaba. No se sabía cómo, pero él siempre encontraba una salida para que los empresarios, el mercado internacional o los trabajadores de algún modo pudieran conciliarse para hallar los caminos de solución, en una inverosímil capacidad para hacerlo. Recuerdo en aquellos años a la industria automotora, a la industria del azúcar, todos temas que yo, como Ministro, le delegaba y me olvidaba, pese a que se trataba de asuntos particularmente polémicos.

En la vida deportiva marcó un jalón, desde luego que en la vida de Peñarol, pero también más allá. Es el hombre que incorpora nuestro fútbol —que fue internacional desde el año 1924—a un nuevo concepto que nacía: el fútbol espectáculo que, a través de la televisión en colores que en ese momento estaba apareciendo, adquirió el fenómeno que hoy llamamos globalización, de la cual este deporte es uno de los elementos más característicos. Esto es algo que todos sabemos por experiencia de nuestras vidas, cuando los fines de semana alternamos y compartimos los mismos partidos en España, en Italia, en Inglaterra, en Argentina y en Uruguay, fenómeno este que él anticipatoriamente vio. Tanto es así que hoy narraba para una televisora que me interrogaba al respecto, que la primera vez que oí nombrar al Sr. Berlusconi fue a Washington Cataldi. Eran los años de la dictadura y él había imaginado aquel fenómeno de la Copa de Oro. Un día me había dicho: “El Uruguay nunca más va a poder hacer un campeonato del mundo. No tenemos economía para organizar un campeonato de esas características.” Esto lo recordé mucho cuando Corea, que hoy es una potencia, compartió con Japón esa organización. Me decía: “Ahora secumplen cincuenta años del primer campeonato y tenemos una oportunidad única”. De ahí surge esa creación que el Gobierno militar de la época mira con hostilidad y la Asociación sí miró con simpatía, pero todo lo que provenía de él de inmediato generaba suspicacia, porque como a todos los individuos de esa capacidad excepcional y brillo, le acompañaban la gloria y el aplauso tanto como la oposición, el rumor y la envidia. Ante aquello que concebía Cataldi, de inmediato todo el mundo imaginaba que de alguna manera iba a beneficiar a Peñarol, aunque no era el caso. Solitariamente él siguió transitando por esa idea. Un día me dice: “¿No me acompañás a Italia? Voy a ver a un señor Berlusconi, que compró una estación de televisión en Montecarlo y quiere establecer una competencia en esta materia. Está precisando un gran espectáculo y, según me dicen, es el único hombre que podría financiar la Copa de Oro.” Y bueno, allá se fue. Luego de algunos días vuelve y me dice: “Tú te lo perdiste. Hubieras disfrutado más que yo, porque este hombre tiene una colección de cuadros monumental. Se compró un monasterio al lado de la casa para colocarla. De verdad, te hubieras divertido más que yo, pero te lo perdiste.” Le pregunto: “Pero, al final, arreglaste el asunto?” “Sí, sí”, me contestó y agregó: “La estación de televisión de él va a financiar todo”. Ese fue mi primer conocimiento de este personaje hoy tan resonante —por tantos motivos— en la vida internacional. Y así surgió ese invento increíble de la Copa de Oro que trajo a las figuras más importantes del fútbol mundial de aquel momento: Paolo Rossi, Antonioni, Maldini, Rummenigge, Maradona, Sócrates, etcétera, en un espectáculo que resultó realmente muy particular.

Asimismo, Cataldi imaginó operaciones increíbles, como la famosa transferencia de Morena. En lo personal, me tocó luego vivir buena parte de las peripecias de ello, pues tuve que ir a cobrar a Madrid un vale del Rayo Vallecano; el mercado era bastante distinto en aquel entonces y recuerdo la cara de piedad con que me miraron en un Banco cuando aparecí con una letra de U$S 1:000.000 del Rayo Vallecano. En fin, luego de aquello y de aquel milagro, vino lo otro: volver a traer a Morena y armar aquella campaña nacional en la que se movió un pueblo entero.

Simplemente destaco estos aspectos porque son expresión de quien fue una figura singularísima del país, del mejor país, de esas familias originadas en la inmigración. Él estaba casado con una maravillosa gallega; era hijo de italianos y estaba orgulloso de su origen humilde, modesto, y de lo que fue su trayectoria, que le permitió, en la vida política, deportiva, cívica y social, ser esa figura exclusiva e inigualable que aún hoy sigue despertando tantas inquietudes, admiraciones y curiosidades. Por todo esto he querido en el día de hoy compartir estos minutos con los señores senadores, para recordar no solo a esta figura, sino también lo que pueden la creatividad y el talento aún en un país de dimensiones económicas reducidas.